Igualdad e integración para todas las personas
Lola García Santiago, madre de una preciosa niña de 11 años que sólo pedía ser tratada igual que los demás: el derecho a un Ocio inclusivo./Granada.
Soy la madre de una niña de once años con retraso madurativo. Durante el curso escolar está en un colegio de educación especial pero en el verano me gusta mandarla, como a cualquier niño/a de su edad, de campamento.
En veranos anteriores me he preocupado de buscar monitoras para poder integrarla en grupos de niños de su edad 'estándar' y no es tan fácil encontrar voluntarias para esta actividad ya que en estas fechas están de vacaciones o trabajando.
El problema es que los padres de niños/as como mi hija (discapacidad intelectual) tenemos los mismos costes del campamento más un monitor particular las 24 horas y los 7 ó 10 días que dure éste. Convirtiéndose esto en algo inalcanzable para la mayoría de los padres. Este año me decidí por acogerme al programa de campamentos de la Diputación de Granada (web@x F4,2), donde me ofrecieron integración e igualdad.
Presenté toda la documentación que me pidieron más un informe que me preparó la psicóloga del colegio. Mi hija es una niña que se integra perfectamente, sólo necesita apoyo puntual para el aseo personal, en el comedor y poco más.Todo estaba perfecto, aceptaron a mi hija porque tiene el mismo derecho que cualquier niño de su edad, según la Diputación de Granada.
Llegó el día, todo preparado, la mochila, la cantimplora, el gorro el bañador, etc y mucha ilusión.
Nueve y media de la mañana del día 23 de julio de 2006, en la Ermita vieja de Dílar. Llegamos los primeros para poder hablar con los monitores y ahí nuestra sorpresa, cuando nos dicen que no pueden quedarse con ella porque no están preparados. Sin más escrúpulos y después de tenernos dos horas esperando, (dando lugar a que llegara el resto de las familias) me dicen que me lleve a mi hija porque no tengo monitor/a para ella. No podíamos creernos que en el último momento se puedan hacer estas cosas. ¿Cómo han esperado hasta el día de la salida para decirle que no?
No hace falta decir la reacción de mi hija y la mía: ella se pasó toda la mañana llorando y la mía fue de impotencia y rabia.
Esto es la igualdad que nos hemos encontrado. En un país como el nuestro, donde existen leyes, decretos, normativas que hablan de derechos, respeto a la diferencia, principios de igualdad y de equiparación de oportunidades, etc; nos topamos con la realidad: dura, cruel y arrogante que obvia y no cumple la norma. ¿Por qué nuestros hijos/as son ciudadanos de segunda clase? ¿Por qué nos tratan con tanto desprecio? Mi hija tiene discapacidad intelectual como he dicho antes, pero es consciente cuando le hacen daño. Y hoy le han hecho mucho daño.
Carta publicada el 27 de Julio de 2006, en el IdealDigital (web@x G2,1)
2 comentarios
Montserrat Pàmies -
Un abrazo,
Montse
rakel -